Finalizando el primer año: el bebe tiene establecida una relación altamente personalizada con la madre o la sustituta.
Cero a los cinco años: el niño pasa de unos estímulos auditivos
Externos, levemente intensos que producen reacciones de defensa (llanto, gritos, rechazo de manos maternas), a movimientos expresivos afirmativos.
A los cinco: culmina su desarrollo; entonces, ya el niño esta adaptado y capacitado para tratar como una persona a la vez es capaz de controlar la situación uno a uno en que un mensaje sigue a otro, la recepción alterna con la trasmisión y la corrección y la retroacción son mas o menos inmediatas.
Seis años: con el proceso de avance de socialización, el infante inicia la lecto-escritura en la escuela, que solo se consolida plenamente dos décadas depuse, acorde con el desarrollo de las estructuras neurológicas pertinentes.
De los seis años a los diez años: presenta la transición de la comunicación dentro del grupo. Las relaciones hasta entonces suaves con la figura materna, se tornan mas duras y empieza a tomar conocimiento del padre y del grupo de pares.
La adolescencia: corresponde a la época en que la comunicación intergrupal alcanza su máxima expresión, la mayoría de los jóvenes siempre pertenece a algún grupo.
El adulto joven: a partir de los veinte años, deben asimilar nuevos procedimientos comunicacionales; el ingreso laboral o la definición ocupacional supone establecer contactos e intercambios con personas de edad, estatus, intereses, diferentes a los que ha frecuentado hasta el momento.
La mediana edad: en la cuarta o quinta década de la vida, ya no hay preocupación de adquirir información, si no por el uso de la comunicación para consolidar sus posiciones de control y toma de decisiones, en relación con otras personas.
La sexta y séptima décadas de edad: busca la protección de la estimulación, de la fatiga el cansancio excesivo. el lenguaje de los nuevos sistemas de simbolización esa limitado, la utilización de los sistemas previamente aprendidos.